Cuerpos y máscaras en el franquismo
Se
produce en España, en los años de la dictadura franquista, una
conexión del cuerpo real con el cuerpo enmascarado. El punto de
partida de esta vinculación reside en una visión trágica,
folklórica y dramática del siglo XIX que reflexiona acerca de “lo
español”. Un caso específico que será estudiado por
intelectuales y artistas, y que conectan la historia del país con
una cierta tradición por la sangre y la religión. En este terreno
aparecen acontecimientos festivos populares como el carnaval, unidos
a otros más trágicos como los Autos de fé o las violentas
exhibiciones de las corridas de toros. Todos ellos sitúan al cuerpo
como superficie sobre la que experimentar teniendo como referente a
Goya.
Los
cuerpos parecen estar cortados aquí por un patrón de lo español
folklórico en conexión con el concepto de “lo putrefacto”
desarrollado por Dalí y los surrealistas de la Generación del 27.
Estas obras están vistas desde el filtro de espejos deformantes que
nos ofrecen una visión de España grotesca y dramática, en donde la
vida les es arrebatada a los sujetos por la presencia amenazante de
la muerte. A la manera de una vanitas, se nos advierte aquí que
nuestros cuerpos son tan sólo disfraces, cubiertas u osamentas de
una existencia que tendrá su verdadero sentido en el más allá
espiritual.
La
tragedia clásica propugnada por Nietzsche y reconvertida aquí en
una forma esperpéntica de carnaval o de verbena, se manifiesta para
hablarnos de lo apolíneo o racional, que se ve impelido por lo
dionisiaco del desenfreno y la embriaguez. Una pulsión libinidosa
ésta última que se aprecia en obras como 'La cogida de la mujer
torera' de José Caballero, en la que el cuerpo de la mujer es objeto
de deseo sobre el que materializar las fantasías sexuales del
hombre. Éste, representado aquí en la figura brutal y sádica del
toro, ataca de forma violenta a la figura femenina, cuyo cuerpo es
manipulado y destruido como en un acto de pura dominación sexual. Su
rostro, transformado en especie de máscara sin ojos o careta, enseña
una mueca de llanto y de horror premonitoria del devenir político
del país a partir del inicio de la guerra.
· Obras
José Gutiérrez Solana, Cabezas y caretas, 1943.
José Caballero, La cogida de la mujer torera, 1936.
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