lunes, 3 de febrero de 2014

Nuevo itinerario en torno al cuerpo del Museo Reina Sofía


Cuerpos y máscaras en el franquismo

Se produce en España, en los años de la dictadura franquista, una conexión del cuerpo real con el cuerpo enmascarado. El punto de partida de esta vinculación reside en una visión trágica, folklórica y dramática del siglo XIX que reflexiona acerca de “lo español”. Un caso específico que será estudiado por intelectuales y artistas, y que conectan la historia del país con una cierta tradición por la sangre y la religión. En este terreno aparecen acontecimientos festivos populares como el carnaval, unidos a otros más trágicos como los Autos de fé o las violentas exhibiciones de las corridas de toros. Todos ellos sitúan al cuerpo como superficie sobre la que experimentar teniendo como referente a Goya.

Los cuerpos parecen estar cortados aquí por un patrón de lo español folklórico en conexión con el concepto de “lo putrefacto” desarrollado por Dalí y los surrealistas de la Generación del 27. Estas obras están vistas desde el filtro de espejos deformantes que nos ofrecen una visión de España grotesca y dramática, en donde la vida les es arrebatada a los sujetos por la presencia amenazante de la muerte. A la manera de una vanitas, se nos advierte aquí que nuestros cuerpos son tan sólo disfraces, cubiertas u osamentas de una existencia que tendrá su verdadero sentido en el más allá espiritual.



La tragedia clásica propugnada por Nietzsche y reconvertida aquí en una forma esperpéntica de carnaval o de verbena, se manifiesta para hablarnos de lo apolíneo o racional, que se ve impelido por lo dionisiaco del desenfreno y la embriaguez. Una pulsión libinidosa ésta última que se aprecia en obras como 'La cogida de la mujer torera' de José Caballero, en la que el cuerpo de la mujer es objeto de deseo sobre el que materializar las fantasías sexuales del hombre. Éste, representado aquí en la figura brutal y sádica del toro, ataca de forma violenta a la figura femenina, cuyo cuerpo es manipulado y destruido como en un acto de pura dominación sexual. Su rostro, transformado en especie de máscara sin ojos o careta, enseña una mueca de llanto y de horror premonitoria del devenir político del país a partir del inicio de la guerra.

· Obras
José Gutiérrez Solana, Cabezas y caretas, 1943.
José Caballero, La cogida de la mujer torera, 1936.

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