viernes, 31 de enero de 2014

Mondrian en La Haya y los nuevos descubrimientos sobre Josefa Tolrá



Mondriaan y el cubismo. Gemeentemuseum. La Haya. Hasta el 11 de mayo.
En el verano de 1914 Piet Mondrian volvió tras una estancia en París a su Holanda natal. Allí le sorprendió el terrible acontecimiento de la Gran Guerra, y desde su lugar de origen se dedicó por entero al estudio del Cubismo. Para entonces Picasso y Braque ya estaban muy ocupados con la introducción del collage en sus cuadros. Sin embargo Mondrian retrocedió en el tiempo obviando ese concepto de introducir elementos de la realidad cotidiana en las obras, para centrarse únicamente en los aspectos de la representación del cubismo de la primera etapa, el cubismo analítico. En el setenta aniversario de su muerte, la exposición 'Mondriaan y el cubismo, París 1912-1914' del Gemeentemuseum de La Haya le rinde homenaje.

Mondrian pasó de ser maestro de escuela primaria y pintor de paisajes en sus horas libres, a explotar de forma radical el camino hacia la abstracción geométrica. Para ello recurrió a lo que él consideraba que eran las formas absolutas, representaciones que encerraban la esencia de todo el universo. Las líneas rectas horizontales y verticales fueron su material de trabajo para llegar a una esencia de la forma, que él mismo conectó con la teosofía, y con cierto neoplatonismo.

La muestra ahonda en el estudio del propio arte de la pintura que empezaron los cubistas y que luego retomó Mondrian para ir mucho más allá. El artista basó su investigación fundamentalmente en la problemática de desligar sus formas geométrico abstractas esenciales del fondo de la pintura. El pintor quería con ésto abolir el fondo para convertirlo en si mismo en figura. Con ello trataba de eliminar cualquier referencialidad al mundo material en sus obras, algo sobre lo que habían trabajado Picasso y Braque en la etapa más avanzada del Cubismo, cuando fondo y figura eran casi indistinguibles.

En este camino se encontró con artistas que pensaban al igual que él como Theo Van Doesburg, arquitectos como J. J. P. Oud o el escultor George Vantongerloo. Junto a ellos fundó una revista llamada De Stijl, en la que publicaron muchos de sus textos teóricos. En un principio trataron de aunar convicciones en torno al arte, fundamentalmente con los arquitectos. Sin embargo pronto se dieron cuenta de que eran disciplinas muy distintas. Mondrian abandonó esta agrupación tras ocurrírsele a Van Doesburg recurrir a la línea curva. Sus convicciones eran igual que sus representaciones, muy rectas.






Josefá Tolrá. Dibujo Fuerza Fluídica. Can Palauet. Mataró. Hasta el 30 de marzo.
La historia del arte está llena de mentiras, medias verdades, e historias verosímiles. Esta se alimenta en un gran número de ocasiones de mitos y leyendas, manteniendo así el interés del gran público hacia la vida de diversos artistas y de muchas de sus obras. Un ejemplo de ello ha sido, hasta hace poco, el conocimiento que se tenía acerca de la catalana Josefa Tolrá. La escasa documentación acerca de esta artista, ha llevado a muchos a hablar sobre ella partiendo de lo que se escuchaba de oídas. Se decía que su obra había sido importante para los catalanes de Dau al Set. También, que había estado encerrada en un hospital psiquiátrico, pero poco más. Ahora, tras un estudio de la historiadora Pilar Bonet acerca de Tolrá, y una exposición en las salas Can Palauet de Mataró que lo acompaña, podemos desmentir muchos de estos datos.

Josefa Tolrá nunca estuvo en una institución psiquiátrica. Esta mujer, nacida en Cabrils en 1880, tuvo una vida dura. De joven trabajó en una fábrica textil, se casó y tuvo dos hijos y una hija. Uno de los varones murió antes del comienzo de la guerra, mientras el otro fue abatido en el frente. La Tía Pepeta, que es como se la conocía en Cabrils, entró en un estado de depresión y se encerró en casa. El miedo hizo presa de ella y comenzó a escuchar voces. Un familiar, que no psiquiatra, le recomendó entonces encomendarse a la práctica del dibujo como terapia para sacar de dentro los 'fantasmas' que la afligían. Tolrá empezó a hacer representaciones con 60 años. Estas, hechas con tinta china, lápiz y rotuladores de color, son formas bastante enigmáticas, llenas de personajes femeninos y un tipo de composición bastante primitivista. Sus dibujos estaban conectados con las voces que escuchaba, pues ella plasmaba en el papel lo que le entraba por los oídos.


Fue así como se la llegó a conocer en el pueblo como artista medium. Luego, a través del escultor Moises Villèlia o el dibujante Manuel Cuyàs, que residían en la zona, se fue corriendo la voz entre los demás artistas acerca de su obra. A mediados de los años 50 los creadores del entorno de Dau al Set, como Joan Brossa, Antoni Tàpies y el crítico de arte Alexandre Cirici comenzaron a visitarla atraídos por todo lo que tenía que ver con lo magicista, lo surreal o el Art Brut de Jean Dubuffet. En 1956 Cirici organizó una exposición con sus dibujos en la sala Gaspar de Barcelona, y tres años después la artista falleció. La familia donó al Museo Español de Arte Contemporáneo 45 dibujos suyos. Al Museo Reina Sofía, que custodia esta herencia, solo le consta la existencia de 28, pero eso ya es otra historia (por resolver).

viernes, 24 de enero de 2014

Elly Strik en el Reina Sofía y Bill Viola en la Academia de Bellas Artes


Elly Strik. Fantasmas, novios y otros compañeros. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid. Hasta el 26 de mayo.
Elly Strik aterriza en el Museo Reina Sofía para presentar su colección de terribles pesadillas, confeccionada fundamentalmente a partir de retratos en su mayoría femeninos. 'Fantasmas, novias y otros compañeros', que es como se titula la exposición, se asemeja así a un gran carnet de identidad de la creadora, en la que se han multiplicado los rostros de su personalidad. Strik parece estar buscando aquí su propio yo, a través de una catársis de rostros transformados.

Las imágenes de la exposición evocan a veces algunas obras del colectivo feminista 'Guerrilla Girls', como por ejemplo aquella en la que las artistas ponían en evidencia que no era necesario estar desnuda para formar parte de museos como el MET. Estas imágenes recuerdan a algunos retratos de cuerpo entero de Strik, en los que aparecen mujeres desnudas, cuyas cabezas han sido sustituidas por las de un simio. Con esto, Guerrilla Girls denunciaban el tratamiento de la mujer en la historia del arte por parte de los hombres, como simples objetos de contemplación y deleite.

Lo femenino es una tónica común en esta exposición. Lo curioso es que este concepto se presente de una manera destacada a través del pelo. La mayoría de los retratos de la artista tienen como característica común la exhibición de una cabellera, eso si, un pelo alborotado, caótico, que parece a veces vehículo del deseo (el pelo femenino para Freud simbolizaba el soporte de las pasiones inconscientes en el hombre). A veces este pelo es también huella de un cierto arcaísmo, de una idea de lo primitivo. Las figuras de Strik nos hablan de una arqueología de la forma, de la búsqueda de un origen de la creación que como Georges Bataille afirmaba se hallaba no tanto en la idea de la representación, sino en la destrucción de la misma, en lo informe.



Bill Viola [en diálogo]. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Hasta el 30 de marzo.
La Real Academia de Bellas Artes de Madrid nos enseña durante estos días que el arte moderno y sus nuevos formatos, no están reñidos con las obras del pasado. 'Bill Viola [en diálogo]' expone junto a obras de la colección permanente de la institución pertenecientes a Goya, Zurbarán o Ribera, las videocreaciones del artista norteamericano Bill Viola. De hecho, si lo pensamos, no es tan descabellado decir que se muestran a los clásicos junto a otro clásico, y es que Viola es una figura bastante consagrada ya dentro del videoarte.

El tema es interesante, pues presentar al lado del medio tradicional y estático de la pintura personas en movimiento, hace que pensemos en los orígenes del cine. Los hermanos Lumiere, sin ir más lejos, ya hicieron lo propio pocos años después de ingeniar el cinematógrafo. Películas como los 'Jugadores de Cartas' fueron ideadas por estos, tomando como referencia la famosa serie de pinturas de Cezanne. Los Lumiere estaban barajando así todas las posibilidades que tenía el nuevo medio. La más destacable de estas posibilidades, en la que se basaba la esencia del cine, era la de dar movimiento a lo que antes había sido estático y contenido, insuflar de vida a las formas representadas en la pintura o escritas en la literatura.

En ésto fue en lo que se fijó Bill Viola tras la muerte de su madre. A partir de ese momento puso toda su atención en estudiar a los maestros del pasado, haciendo uso de medios del futuro, con los que ya llevaba tiempo trabajando. Con sus videocreaciones, Viola desea que el instante dramático representado en una pintura, como en una Piedad o en una Dolorosa, se transforme a través de un vídeo ultraralentizado, en algo eterno, imperecedero. El artista desea que concentremos nuestra mirada en los gestos y las acciones de los que aparecen en sus obras. Para ello elimina todo lo que pueda despistar al espectador como fondos o decorados, y deja que el ser humano y sus distintos 'estados del alma' se transformen en lo único importante. Las emociones, eso tan inherente a la persona, se erige por tanto en un tema nunca caduco.


'Bill Viola [en diálogo]' coincide con la representación en el Teatro Real de la ópera Tristan und Isolda bajo dirección musical de Marc Piollet, dirección de escena de Peter Sellars e instalación de vídeo de Bill Viola.

jueves, 16 de enero de 2014

Museo Picasso, 50 años en Barcelona, Sebastiao Salgado

Museo Picasso, 50 años en Barcelona: las exposiciones. Barcelona. Hasta el 9 de marzo.
El Museo Picasso de Barcelona nos presenta lo que puede ser en vez de una exposición, una meta-exposición. Se trata de una muestra que está 'más allá' de los discursos expositivos tradicionales, al erigirse como autoreferencia de la propia historia de la institución. La excusa para llevar a cabo esta iniciativa es la celebración de los 50 años de andadura de la sede catalana. 50 años en los que se han mostrado un total de 79 exposiciones temporales unidas a los fondos de la colección permanente del museo.

Las propuestas que han pasado por aquí a lo largo de todo este tiempo no se han centrado tan solo en la figura del malagueño, sino que han tratado de ir más allá al exponer en torno a Picasso, a artistas que fueron determinantes para su trayectoria. Eso ha ayudado sin duda a combatir las propuestas dominantes de las grandes instituciones, en las que la firma o el nombre de un considerado 'maestro' del arte, muchas veces está por encima de la calidad de los argumentos expositivos que se presentan. Y es que los grandes genios atraen, y sobre todo hacen taquilla, algo que en los tiempos que corren parece haberse convertido en el fin único de museos y centros artísticos.

Las exposiciones temporales de instituciones como el Museo Picasso de Barcelona antes no eran lo más destacable de su oferta expositiva. La primera exposición temporal que se celebró en esta sede fue en 1971, seis años después de que el museo abriera sus puertas. Estas muestras duraban todo un año, y las de la primera época no contaban si quiera con carteles que la publicitasen. Ahora la tendencia es a la inversa. Las exposiciones temporales marcan lo más importante de la agenda de las grandes instituciones, y el museo Picasso, acorde con los tiempos, se ha ido adaptando a esa deriva generalizada.

En 1988 se produjo una muestra de excepción en este museo, en la que se contó con 'Las señoritas d`Avigon' perteneciente al MOMA de Nueva York. Una pieza fundamental para la historia del arte del siglo XX que se pudo contemplar junto a la de otros creadores fundamentales como El Greco, Cézanne o Matisse en Barcelona. Al parecer fue la última vez que este gran lienzo de 243,9 x 233,7 cm abandonó la institución americana. Esta tendencia, la de hacer préstamos temporales de importantes piezas, ha pasado a la historia, pues ya los grandes museos ni se pasan por la cabeza prestar sus 'joyas de la corona', sus piezas vertebrales para el mantenimiento de la institución.

Como vemos algunas cosas han cambiado, sin embargo la 'salud' del Museo Picasso se mantiene en perfecto estado, esperemos que por muchos años más.

Sebastião Salgado. Génesis. CaixaForum Madrid. Hasta el 4 de mayo.
La fotografía del brasileño Sebastião Salgado es como una especie de ventana abierta al mundo, dispuesta justo delante de nosotros, para revelarnos los secretos mejor guardados de los lugares más recónditos del planeta. Cuando este fotógrafo trabaja, deja al mundo que hable en su entorno natural. Sólo a veces le interrumpe para pedirle que pose para él. Es en esos momentos cuando el oficio de fotógrafo cobra su verdadero sentido, tal y como Henri Cartier-Bresson hacía con sus imágenes de ciudad, de las que captaba su verdadera esencia a través de momentos irrepetibles.

En la nueva exposición de Salgado titulada 'Génesis', éste nos presenta impresionantes paisajes de entornos naturales aún vírgenes. Localizaciones que no han resultado dañadas por la acción del hombre, y que como el propio oficio de fotógrafo en la actualidad, se encuentran en peligro de desaparecer. Lugares poco explorados hasta los que este artista se ha trasladado con el fin de compartir la belleza de la tierra salvaje con el resto de la humanidad.

Este afán evoca a otros creadores que en el siglo XIX pusieron rumbo a lugares entonces considerados exóticos como Gaughin cuando viajó a Tahití en busca de su tierra prometida, de su tierra virgen. Ese mito del buen salvaje del que hablamos parece caracterizarse en esta exposición por medio de 245 fotografías realizadas en blanco y negro. Imágenes de gran formato en consonancia con un arte fundamentalmente para el deleite, un tipo de creación con un fin estético, que guarda como reflexión de fondo el cuidado por parte de todos del planeta. Las imágenes que podemos ver fueron tomadas desde 2004 y, entre otros, comprenden lugares como África, Antártida, Ártico, Amazonas e islas como Madagascar.


lunes, 13 de enero de 2014

Colección Patricia Phelps de Cisneros, Aitor Ortiz



Colección Patricia Phelps de Cisneros
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia
Madrid. Carácter permanente.

El Museo Reina Sofía presenta una selección de 34 obras de arte abstracto geométrico latinoamericano perteneciente a la coleccionista venezolana, Patricia Phelps de Cisneros. Las piezas, que están depositadas en la planta cuarta del museo, tratan de romper con sus significados los relatos hegemónicos del arte que situaron a los Estados Unidos y sus artistas de los 50 del Expresionismo Abstracto, como dominadores de los discursos artísticos. El arte latinoamericano, desatendido durante muchos años y expuesto ahora aquí, trata de abandonar su posición de periferia, colocándose al tiempo como nexo de unión entre lo hecho en Europa en décadas anteriores y el posterior arte de los 60 y los 70.

En esta nueva muestra se recogen creadores que se mueven entre Montevideo, Buenos Aires, Caracas, Sao Paulo o Río de Janeiro. El debate en torno a la forma geométrica dividió a los creadores latinoamericanos entre los que pensaron en la construcción de las formas partiendo de leyes naturales absolutas, conectadas con fenómenos de la naturaleza que están por encima de la acción del hombre, como la disposición de las semillas de un girasol o las elipses de una concha marina, y los que desafiaron ese absolutismo. Entre los primeros podemos ver en estas salas algunos de los trabajos de Josef Albers, Max Bill, Tomás Maldonado o Juan Melé. En línea con la segunda corriente se encuentra el trabajo de Lygia Clark o Helio Oiticica. Las obras de la primera, llamadas ‘bichos’, son objetos tridimensionales que posibilitan la manipulación.

Por último, se muestran obras de artistas que basan sus discursos en función de la perspectiva de la visión a partir del movimiento del espectador. Estos creadores, como Carlos Cruz Díez, Jesús Soto o Gego, incitan al público a mirar sus piezas desde distintos puntos con la finalidad de que descubran los juegos de reflejos y movimientos de colores y formas que generan la luz y el espacio.




Aitor Ortiz. Noúmenos.
Galería Max Estrella. Madrid.
Hasta el 18 de enero.

El artista bilbaino Aitor Ortiz vuelve a la galería madrileña Max Estrella para presentarnos su último trabajo: 'Noúmenos'. Una obra que se aleja significativamente de su fotografía elaborada a partir de construcciones arquitectónicas reales, para adentrarnos en el campo de las formas puras o esenciales que carecen, según el concepto filosófico de Noúmeno, de toda significación.

Al contrario que en la fenomenología donde se afirma que es desde el cuerpo que procesamos nuestras experiencias cotidianas (a partir del movimiento del cuerpo en contacto con el mundo exterior), este nuevo trabajo de Aitor Ortiz parte de una introspección absoluta, originada a partir de la intimidad del artista a la hora de trabajar. Al contrario que en el caso de los fenómenos, los noúmenos de Ortiz, son entes que no se someten a la lógica empírico científica. Existen más bien como formas esenciales o puras que están por encima de los procesos naturales.

Estas creaciones a medio camino entre lo fotográfico, lo pictórico y lo escultórico, son especies de cajas cuyas imágenes se presentan a modo de mallas o estructuras. Estéticamente (que no conceptualmente), a su vez recuerdan a algo vivo, orgánico, como las ondas provocadas al lanzar un elemento sobre la superficie del agua, o las ondas emitidas por el sonido. Además, la serie parece estar sometida a un constante movimiento, que nos habla de un futuro indescifrable. Los colores, blancos, negros y grises, denotan un estado de trance y solemnidad a la hora de contemplar estas visiones del mundo no racional.