viernes, 7 de noviembre de 2014

Una exposición realmente útil



Si hay una exposición que esté teniendo repercusión en los medios estas últimas semanas, es 'Un Saber Realmente Útil' en el Museo Reina Sofía. La muestra está siendo objeto de una gran polémica en las redes sociales y fuera de Internet debido a la inclusión de una pequeña caja de cerillas. El objeto en cuestión ha encendido los ánimos de muchos colectivos religiosos debido a la inclusión en su superficie de un texto que 'reza': 'La única Iglesia que ilumina es la que arde' '¡Contribuya!'.

La pieza de la 'ira' ha sido realizada por un colectivo argentino llamado 'Mujeres Públicas' y es de 2005. Sus creadoras, de tendencia feminista, toman el lema del pensador anarquista Piotr Propotkin. Un intelectual y hombre de acción que encontró fuera de su país natal y de su entorno, las respuestas políticas, sociales y económicas que andaba buscando. Cambió sus nociones culturales y educativas de su entorno más cercano, pasando de servir en el cuerpo de pajes de San Petersburgo (una selecta academia militar rusa) a vivir un peregrinaje y exilio exterior sirviendo al pensamiento y la acción anarcocomunista.

Esta deriva ideológica de Propotkin recuerda a esa relación interior-exterior, que la muestra del Reina Sofía está generando. El adentro o interior es en este caso reflejo del afuera-exterior. Como ocurría con Propotkin y su viaje de 'casa' al extranjero, la muestra se presenta como un espacio seguro y cerrado que nos hace mirar hacia los lugares de fuera, en definitiva hacia la calle. La exposición es un reflejo de la situación de revuelta y malestar social que se vive en este país en los últimos tiempos, y la situación encaja con una definición de arte que dice: 'El arte es reflejo de la vida'.

Arte y artistas trabajan con un solo material, y este es su pensamiento, lo hacen como lo haría Platón o Sócrates, o cualquier otro filósofo contemporáneo. Inevitablemente los creadores están sujetos al contexto social en el que viven. En ese 'lugar' reflexionan acerca de lo que les toca de cerca, en su unión con lo que tienen fuera. La cajita de cerillas es solo la excusa para reflexionar acerca de esta relación dual.

Muchas personas que han criticado la obra quizás lo hayan hecho quedándose únicamente con el afuera de Internet o del boca a boca de la calle. Quizás hayan visto una fotografía de la pieza en cuestión, en la Red. Sin embargo no sabemos si se habrán quedado con el tema general de la exposición, o si ni siquiera se habrán dado una vuelta por las salas de la exposición, o por la Colección Permanente del museo.

No es la primera vez que el Museo expone obras que ponen en tela de juicio la religión o su estructura jerárquica. Sin ir más lejos solo debemos darnos un paseo por la cuarta planta y buscar a 'los curas' de Manolo Millares, reconocido artista del grupo El Paso del que nadie discute hoy su auoridad artística. También podemos ver el ejemplo aún más popular de 'Un perro andaluz', obra de Dalí y de Buñuel. En el filme encontraremos fragmentos claramente alusivos a la religión y sus miembros en los que éstos aparecen literalmente arrastrados por los suelos. También de Dalí es esa famosa obra que supuso la ruptura con su padre y que decía: 'Me gusta escupir en el retrato de mi madre'. La forma de fondo de la obra daliniana era la de una especie de virgen María con Sagrado Corazón. La exposición del artista catalán celebrada en el Museo Reina Sofía en 2013 incluía la pieza de la que hablo. Fue una muestra que batió records de visitantes y que sin embargo no levantó las iras de la iglesia o de sus colectivos afines.

En definitiva las muestras de arte político, controvertido, anti-burgués o anti-religioso se han dado muchísimo a partir del siglo XX. Ahí está el quid de la cuestión del arte contemporáneo. Éste trata de sacar el arte del recinto protector y cerrado del museo para conectarlo con lo que pasa en la calle.

Ahora los ánimos están caldeados, y las obras de arte son reflejo de la sociedad más que nunca. La política ha pasado a ser un tema fundamental en las vidas de los ciudadanos y todo esto ha servido para que la relación entre el adentro y el afuera del museo se reactive. La institución, durante estos días, ha dejado de ser el lugar muerto y arqueológico que ha sido durante mucho tiempo para convertirse en un espacio en el que reflexionar. Un lugar de debate que no acaba en una 'Cajita de cerillas'.