viernes, 24 de enero de 2014

Elly Strik en el Reina Sofía y Bill Viola en la Academia de Bellas Artes


Elly Strik. Fantasmas, novios y otros compañeros. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid. Hasta el 26 de mayo.
Elly Strik aterriza en el Museo Reina Sofía para presentar su colección de terribles pesadillas, confeccionada fundamentalmente a partir de retratos en su mayoría femeninos. 'Fantasmas, novias y otros compañeros', que es como se titula la exposición, se asemeja así a un gran carnet de identidad de la creadora, en la que se han multiplicado los rostros de su personalidad. Strik parece estar buscando aquí su propio yo, a través de una catársis de rostros transformados.

Las imágenes de la exposición evocan a veces algunas obras del colectivo feminista 'Guerrilla Girls', como por ejemplo aquella en la que las artistas ponían en evidencia que no era necesario estar desnuda para formar parte de museos como el MET. Estas imágenes recuerdan a algunos retratos de cuerpo entero de Strik, en los que aparecen mujeres desnudas, cuyas cabezas han sido sustituidas por las de un simio. Con esto, Guerrilla Girls denunciaban el tratamiento de la mujer en la historia del arte por parte de los hombres, como simples objetos de contemplación y deleite.

Lo femenino es una tónica común en esta exposición. Lo curioso es que este concepto se presente de una manera destacada a través del pelo. La mayoría de los retratos de la artista tienen como característica común la exhibición de una cabellera, eso si, un pelo alborotado, caótico, que parece a veces vehículo del deseo (el pelo femenino para Freud simbolizaba el soporte de las pasiones inconscientes en el hombre). A veces este pelo es también huella de un cierto arcaísmo, de una idea de lo primitivo. Las figuras de Strik nos hablan de una arqueología de la forma, de la búsqueda de un origen de la creación que como Georges Bataille afirmaba se hallaba no tanto en la idea de la representación, sino en la destrucción de la misma, en lo informe.



Bill Viola [en diálogo]. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Hasta el 30 de marzo.
La Real Academia de Bellas Artes de Madrid nos enseña durante estos días que el arte moderno y sus nuevos formatos, no están reñidos con las obras del pasado. 'Bill Viola [en diálogo]' expone junto a obras de la colección permanente de la institución pertenecientes a Goya, Zurbarán o Ribera, las videocreaciones del artista norteamericano Bill Viola. De hecho, si lo pensamos, no es tan descabellado decir que se muestran a los clásicos junto a otro clásico, y es que Viola es una figura bastante consagrada ya dentro del videoarte.

El tema es interesante, pues presentar al lado del medio tradicional y estático de la pintura personas en movimiento, hace que pensemos en los orígenes del cine. Los hermanos Lumiere, sin ir más lejos, ya hicieron lo propio pocos años después de ingeniar el cinematógrafo. Películas como los 'Jugadores de Cartas' fueron ideadas por estos, tomando como referencia la famosa serie de pinturas de Cezanne. Los Lumiere estaban barajando así todas las posibilidades que tenía el nuevo medio. La más destacable de estas posibilidades, en la que se basaba la esencia del cine, era la de dar movimiento a lo que antes había sido estático y contenido, insuflar de vida a las formas representadas en la pintura o escritas en la literatura.

En ésto fue en lo que se fijó Bill Viola tras la muerte de su madre. A partir de ese momento puso toda su atención en estudiar a los maestros del pasado, haciendo uso de medios del futuro, con los que ya llevaba tiempo trabajando. Con sus videocreaciones, Viola desea que el instante dramático representado en una pintura, como en una Piedad o en una Dolorosa, se transforme a través de un vídeo ultraralentizado, en algo eterno, imperecedero. El artista desea que concentremos nuestra mirada en los gestos y las acciones de los que aparecen en sus obras. Para ello elimina todo lo que pueda despistar al espectador como fondos o decorados, y deja que el ser humano y sus distintos 'estados del alma' se transformen en lo único importante. Las emociones, eso tan inherente a la persona, se erige por tanto en un tema nunca caduco.


'Bill Viola [en diálogo]' coincide con la representación en el Teatro Real de la ópera Tristan und Isolda bajo dirección musical de Marc Piollet, dirección de escena de Peter Sellars e instalación de vídeo de Bill Viola.

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