viernes, 14 de marzo de 2014

Yoko Ono a los 80 y Olafur Eliasson




Yoko Ono. Half-a-Window Show. Museo Gugghenheim. Bilbao. Hasta el 1 de septiembre. 
Los 60, ¡aquellos maravillosos años!, aquella maravillosa época de experimentación. Allí se dio al traste de una vez por todas con el arte elevado. Fue en ese momento, en Nueva York, cuando una joven artista japonesa llamada Yoko Ono empezó a aportar su granito de arena a esa revolución cultural que supuso la década. Desde su loft neoyorquino, por el que pasaron la gran mayoría de los creadores de la escena conceptual Fluxus del momento, se dio eso que ha venido a llamarse arte de acción. Ahora, muchos años después, Yoko Ono nos presenta una visión retrospectiva de lo que fue todo aquello en 'Half-a-Window show' en el museo Guggenheim de Bilbao.

Yoko Ono no es John Lenon, ni por asomo la 'esposa de...' ese reconocido cantante. Yoko Ono es una artista conceptual, cuyo trabajo de corte feminista, precisamente trataba de romper con esa posición dominante del patriarcado. En esta exposición podemos contemplar material relacionado con una de las performances más importantes del feminismo, e ideada por la japonesa. Se trata de 'Cut piece', una acción de 1965 en la que la artista invitaba a los espectadores de la performance a recortar su vestido. Con ésto trataba de denunciar el rol pasivo de la mujer, dominada por el hombre a lo largo de la historia.

La exposición incide también en la importancia de la amplitud del abanico de medios con los que trabajó la creadora. Desde pintura, vídeo, performance, escultura, etc..., a sus 80 años Yoko Ono no ha dejado de trabajar. Lo interesante de su trayectoria es ver como apostó desde un principio por llevar a cabo un 'mix' de medios artísticos en sus obras. Fue en los 60, cuando se puso el énfasis en eliminar las líneas divisorias entre los distintos soportes y las distintas categorías artísticas. En una misma pieza podía verse danza, unida a poesía, mezclada con pintura, y completada por el vídeo o la fotografía, todo en uno.

Además la idea de juego, el azar, la importancia de la vida cotidiana y lo inmaterial son otros de los conceptos que inundan su creación y que pueden verse en la muestra. Todos ellos nos llevan a la experiencia de Dadá y de Duchamp, y en los años 50 a las creaciones de John Cage: 4' 33'' y Pieza teatral N°1.




Olafur Eliasson. Your succesful uncertainty. Galería Elvira González. Madrid. Hasta el 16 de abril.
De espectáculo para los sentidos. Así puede ser catalogado el arte de Olafur Eliasson, creador danés internacionalmente reconocido por su proyecto para la Sala de Turbinas de la Tate Modern, 'The weather project'. Este artista, profesor en la universidad de arte de Berlín, presenta ahora en la galería madrileña Elvira González su trabajo titulado 'Your succesful uncertainty', un compendio de varias de sus instalaciones que no pueden dejar de visitar.

La nueva muestra del espacio madrileño trata de interactuar con el espectador, al presentarle diversas obras que incluyen dispositivos ópticos, instalaciones de luz, una brújula suspendida y una serie fotográfica. Las piezas tienen como base conceptual todo lo que tiene que ver con la filosofía moderna de la 'Fenomenología de la percepción', en la que la experiencia de espacio y de tiempo de la pieza, la experimentamos a partir más bien de nuestro cuerpo que de nuestra mente.

'No es solo lo que ves, sino cómo lo ves'. Así, perspectiva, efectos de luces sobre los objetos, sombras y efectos ópticos en general llevan su trabajo al campo del ilusionismo, nos adentran en una experiencia enormemente sensorial. La trayectoria del artista danés se vio enormemente potenciada con la instalación de la sala de turbinas de la Tate Modern. En 'The weather project' (2003-2004) se podía ver algo parecido a un inmenso sol rendondo realizado a partir de miles de bombillas. A lo largo de los seis meses que duró la exposición pasaron por ella dos millones de visitantes.

Aparte de la naturaleza y de los sentidos, Olafur Eliasson conecta sus proyectos también con la sociedad actual, tratando de actuar sobre ella con la intención de mejorarla. Muestra de ello es su colaboración con el artista y activista chino Ai Wei Wei. Verdaderamente se nos antoja difícil caer en la cuenta de esta última afirmación del danés, pues ciertamente sus instalaciones son espectaculares, un goce para los sentidos, pero si tienen visos críticos o denunciatorios con su tiempo, son tan crípticos que se hacen inapreciables.

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