viernes, 25 de octubre de 2013

Los misterios de los dibujos de Leonardo se presentan en Venecia

Estudio para la Última Cena


La Academia de Venecia presenta una muestra irrepetible de varios de los dibujos más importantes del ‘genio’ renacentista Leonardo Da Vinci. 52 obras, muchas de ellas celosamente guardadas por motivos de conservación que han vuelto a ver la luz, tras 30 años en la más absoluta oscuridad de los depósitos de la institución. Piezas como el famoso ‘Hombre de vitruvio’, o dibujos preparatorios de obras tan célebres como ‘La última cena’ son sólo algunos de los ejemplos que aguardan al visitante en esta exposición. El mismo cuidado y detenimiento con el que Leonardo trabajaba en sus dibujos, a partir de la observación del natural, es el que han puesto los conservadores de la Academia veneciana a la hora de presentar esta selección de obras del genio de ‘La Gioconda’. Sus dibujos se encuentran en un estado de conservación muy delicado. La exposición excesiva a la luz de éstos, podría hacer que se borraran para siempre. De ahí que no se puedan mostrar al público sino en contadas ocasiones y por períodos muy cortos de tiempo.

Leonardo Da Vinci fue un personaje único en la Historia del Arte. Su figura ha llegado a convertirse en mito no sólo debido a la realización de una obra extraordinaria, sino también como consecuencia de una vida excepcionalmente singular. Sus comienzos como artista se desarrollaron en la Florencia de mitad del siglo XV. La familia de los Médicis era por aquel entonces la máxima protectora de la ciudad, y para Leonardo, Leon Battista Alberti era la figura a seguir como primer ‘Hombre del Renacimiento’. Alberti poseía una amplia sabiduría en conocimientos de todo tipo como arquitectura, matemáticas, teología o poesía, algo que imitaría años más tarde el propio Leonardo.

Los primeros contactos de Da Vinci con el dibujo fueron a raíz de su introducción en la llamada ‘bottega’ (o taller) del artista florentino Andrea del Verrochio. Este, famoso sobre todo por sus dotes como escultor, era considerado también el mejor dibujante de la ciudad en aquellos años. La base de la educación de Leonardo consistió en la práctica dibujística. Tanto es así, que años después, cuando el propio artista fue maestro de discípulos, no permitió a éstos tocar los pinceles y los colores hasta los veinte, dejándoles tan solo sólo practicar con punta de plomo. Leonardo deseaba así poner en práctica el modo de hacer de los antiguos, “al copiar con las líneas más sencillas la fuerza de la naturaleza y las formas del cuerpo”.

Los dibujos de Da Vinci que podemos ver en la exposición son fruto de un estudio profundo de la naturaleza, así como de diversos mecanismos ingenieriles o de la anatomía del hombre. Su contacto con el mundo vino también a raíz de sus diferentes viajes a Milán, Roma, Venecia o Francia. Toda esta experiencia hizo de Leonardo una especie de ‘científico de la forma’, que se puede ver plasmada en toda su obra, cargada siempre de un halo de gran expresividad y de enorme misterio.

Entre las obras contenidas en esta exposición se encuentra un ‘Estudio para la última cena’ perteneciente a la Academia de Venecia. Datado entre 1945 y 1947, coincide con el encargo de la pintura mural para el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie de Milán. El artista introdujo en este boceto una radical novedad. En vez de basarse en la tradicional composición del momento de La Eucaristía, Leonardo se centró en la ‘terribilitá’ del instante en que Cristo, mirando de frente al personaje que está de espaldas (Judas), afirma que uno de ellos le traicionará. Según cuenta Vasari, Leonardo pasó mucho tiempo buscando a un modelo real en el que basarse para pintar al ‘malvado’ de Judas. Para ello acudió mañana y tarde al Borguetto, donde habitaba la gente más perversa y despiadada, con la esperanza de encontrar un rostro que encajara con la personalidad del histórico traidor.

De 1500 es un ‘Boceto de la Cabeza de Cristo con espinas’, relacionado con la corta estancia de Leonardo en Venecia tras su paso por Mantua (el artista huía de Milán tras la invasión de los franceses). Poco se sabe de este período, pero todo parece indicar que Leonardo ejerció una gran influencia sobre el pintor veneciano Giorgione. Junto al dibujo de Da Vinci se ha colocado la pintura de ‘Cristo con la cruz’ de Giorgione. Las similitudes entre ambos Cristos son enormes, aunque la maestría en el manejo de las luces y las sombras (el llamado ‘sfumato’) del de Leonardo, hacen de su dibujo una obra mucho más sobrecogedora. Ese año, cuando Leonardo dominaba ya su técnica de una manera magistral, realizó un retrato de Isabella d`Este hoy perdido. Este era un claro antecedente de ‘La Gioconda’, en la manera de colocar sus manos la retratada, o de recoger su pelo a partir de un fino velo.

El pintor florentino presenta al hombre en todas estas obras como un mecanismo perfecto de ingeniería. A partir de sus estudios científicos para los Sforza en Milán, entre los que se cuentan puentes, fortificaciones o armas, el artista elaboró años más tarde diversos cuadernos de estudios de anatomía humana y animal. La disección de cadáveres que practicó en algunos momentos de su vida de forma muy clandestina, le llevaron al conocimiento detallado de órganos y músculos del cuerpo humano, que luego plasmó en sus bocetos. Además, los diversos estados psicológicos del alma de los individuos fueron representados por Leonardo en cuadernos de caricaturas de su etapa madura.

Este paso del hieratismo medieval de la representación religiosa a la emoción sublime de los ‘estados del alma’, se dio sobre todo con Leonardo, que colocó al hombre y sus pasiones por encima de lo sagrado. Con él, el hombre se erigió como medida de todas las cosas, tal como refleja su famoso ‘Hombre de Vitruvio’. La obra, que cierra la exposición, parte de la concepción de este arquitecto de la antigüedad romana, que presenta la medida del hombre como canon a partir del cual construir los diferentes elementos del mundo, como templos o edificios conmemorativos.

El hombre de Vitruvio

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