miércoles, 16 de abril de 2014

Luis Gordillo en Vitoria y las Fábulas Reales de Paula Rego


Luis Gordillo XXL/XXI. Artium. Vitoria-Gasteiz. Hasta el 24 de agosto.
Informalismo, Geometrismo, Pop, Psicoanálisis... Catalogar la obra de Luis Gordillo se antoja harto complicado. El artista sevillano ha sabido moverse siempre entre un estilo y el siguiente, tratando como él mismo afirma "de mantenerse vivo y no estar al servicio de una corriente determinada, impidiendo que ésta se convierta en una imposición". Su arte es trascendental para escribir la historia de la pintura contemporánea española, y ahora, atendiendo a este gran legado, la sede de exposiciones Artium, en Vitoria-Gasteiz, presenta la muestra 'Luis Gordillo XXL/XXI'.

Aquí podemos ver lo último de lo último, aquello en lo que ha trabajado el artista en los últimos años. Alrededor de 40 obras que nos tratan de explicar su 'personalidad múltiple', marcada por la visión 'caleidoscópica' de su arte.

Gordillo es considerado un creador bisagra entre la generación de los artistas de El Paso de los años 50 como Saura o Millares y la Nueva Figuración madrileña de finales de los 60. Los llamados 'Esquizos de Madrid', como llamaban los catalanes de Grup de Treball a los pintores madrileños de la nueva generación como Carlos Alcolea, Chema Cobo o Guillermo Pérez Villalta se fijaron en la pintura de Gordillo como fuente de inspiración en la que basarse. El sevillano, más mayor que los demás del grupo, tenía un recorrido más amplio en la pintura y supo aconsejar muy bien sobre este arte. Su obra "recordaba al negro y blanco de El Paso, pero derivaba hacia otra cosa", tal y como afirma el pintor.

La muestra de Artium forma parte junto a la exposición 'Juan Mieg. Xuxurlaka', del programa 'En paralelo', un proyecto que trata de hacer coincidir en tiempo y espacio a estos dos autores que destacaron y destacan en la pintura. Las series de Gordillo aquí presentadas nos recuerdan al trabajo que pudimos ver en la exposición antológica 'Iceberg Tropical' llevada a cabo en 2007 en el Museo Reina Sofía, cuando el artista se hizo con el Premio Velázquez de las Artes Plásticas. Solo queda que el visitante decida: ser o no ser gordillista, 'that´s the question'.


Paula Rego. Fábulas Reales. Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa. La Coruña. Hasta el 14 de septiembre.
La figuración inquietante domina en la nueva muestra retrospectiva de la obra de Paula Rego. Creadora nacida en Lisboa en 1935, a los 17 años se estableció en Londres. Su obra pictórica puede verse en el Museo Contemporáneo Gas Natural Fenosa de La Coruña a través de una muestra antológica titulada 'Fábulas Reales', hasta el 14 de septiembre.

Rego es una de las artistas portuguesas más cotizadas a nivel internacional. El prestigio de su carrera viene consolidado por su aprendizaje en la prestigiosa Slade School of Fine Arts de Londres. En su trabajo tiene un peso muy importante lo literario. Cuentos infantiles e iconografía popular se presentan en su pintura, cuya técnica pulcra y definida viene acompañada siempre por un aura de inquietante extrañeza. Sus obras utilizan un lenguaje realista, pero en la mayoría de las ocasiones sus escenas parten de la más pura fantasía.

Verdad y ficción se entremezclan en sus lienzos que se presentan como metáforas de la realidad contemporánea. En sus obras personas y animales conviven teniendo también como centro temático importante todo lo concerniente a los problemas actuales de la mujer y el feminismo. Esta muestra retrospectiva parte desde los años 60 y llega hasta la actualidad.


miércoles, 2 de abril de 2014

Luis Gordillo: "Todas las tendencias conviven, sólo que algunas se esconden más que otras"

Hacemos un repaso por la trayectoria de Luis Gordillo a través de esta entrevista. El creador sevillano nacido en 1934 es heredero del arte de los informalistas y los surrealistas franceses. Su obra destaca por su interés por el psicoanálisis y el automatismo. En los 70 y 80 será famoso también por ser artista bisagra entre la generación de los integrantes de El Paso de los 50, y la Nueva Figuración madrileña de los llamados Esquizos de Madrid, colectivo del que formó parte. Sus obras forman parte de las colecciones de los museos y galerías más importantes de todo el mundo, como es el caso del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
En 1958, durante su paso por la Facultad de Bellas Artes de Sevilla se asienta en el París de finales de los 50. ¿Cómo se desarrolla su estancia en la ciudad francesa?
La etapa en París fue muy importante para mí. Alguna vez he escrito que yo no fui el clásico pintor americano en esa ciudad, rodeado de mujeres y encandilado por la buena vida bohemia. Fui todo lo contrario, un pintor andaluz triste en París. Sin embargo aprendí muchísimo, ya que no me perdía nada en una ciudad que aún era el centro del mundo a nivel artístico. La pintura por ejemplo de los informalistas, el cine o la literatura que allí tuve la oportunidad de presenciar fueron luego básicos para el resto de mi carrera. 

Se dice que el artista Juan Antonio Aguirre fue el primer 'gordillista'a finales de los 60, concretamente en el 67, con la exposición que organizó en la sala Amadís de Madrid. A usted le colocan como figura puente entre Nueva Generación, presente en aquella muestra, y la generación siguiente de Carlos Alcolea. ¿Qué papel cree que jugó como artista 'senior' dentro de los llamados Esquizos de Madrid de los 70-80?

En el Madrid de finales de los 60 no había un museo de arte contemporáneo, sólo había dos o tres galerías. En esos momentos los artistas más presentes eran los de la generación de El Paso de 1957, con creadores como Antonio Saura o Manolo Millares junto con la galerista Juana Mordó. Sin embargo, recuerdo que había actividad, quizás yo di con el pequeño núcleo donde estaba esa actividad, no recuerdo un Madrid muerto. Todo lo contrario a la sensación que tengo ahora con más de 50 galerías y muchísimos museos. 

Conocí a Juan Antonio Aguirre muy pronto en Madrid. Él estaba fascinado conmigo. Montó el grupo expositivo de Nueva Generación para ser presentado en la sala Amadís en 1967, centrándose básicamente en torno a Manuel Barbadillo y en mi figura. Nosotros dos sentíamos la necesidad de realizar una cosa mixta entre razón e inconsciente. La exposición fue muy variada ya que, por ejemplo, también estaba Elena Asins y su marido Julio Plaza, quienes hacían algo distinto a lo nuestro. Allí había de todo, arte Pop, abstracción geómetrica, etc.

El hecho de ser un puente con la siguiente generación de Carlos Alcolea o Guillermo Pérez Villalta sí que considero que fue cierta. Además, Juan Antonio fue muy activo con la generación posterior. Al ser él el director de la galería e impulsarnos, se convirtió también en puente hacia la siguiente generación. Dentro de ésta, conformada por artistas más jóvenes que yo, se fijaron mucho en mí. Algunos hicieron su obra inspirándose en la mía, como Carlos Alcolea, Chema Cobo y quizás también Carlos Franco. Tuve influencia en el grupo, no solamente como base estética para algunos, sino también como figura que hacía recordar a la pintura del negro y blanco de El Paso, pero que derivaba hacia otra cosa.


En cuanto al término de Esquizos, ¿de dónde viene en su opinión ese apodo con el que llamaban a su grupo de artistas los catalanes?

Los catalanes nos miraban con un cierto desprecio. Ellos eran 'los listos', estaban con la vanguardia y nosotros éramos algo de Madrid. En mi opinión luego Grup de Treball no fue realmente tan relevante. Nunca me han agradado estéticamente, pero comprendo que estaban entonces en la vanguardia. Todo lo contrario a nosotros, que habíamos tomado una deriva que se salía del progreso del arte entre comillas.


En los 70, el tipo de arte que estaba más en boca de todos fue el Conceptual, con su mayor foco en Cataluña con Grup de Treball, entre otros. ¿Cómo veía su práctica de la pintura en un momento en el que no era el medio más desarrollado?

Creo que a esos Esquizos de la Nueva Figuración madrileña, como nos llamaban los catalanes, lo que más les interesó de mi obra fue la síntesis a la que llegué en mi trabajo después de haber pasado por múltiples etapas: informalismo, geometrismo y pop.

Cuando terminé con el geometrismo me encontré en el aire. Sentía que el arte iba por otro lado. A final de los 60 pasé por un momento de crisis en la que dejé de pintar. Me dediqué únicamente a hacer dibujos muy automáticos, y me vi en una situación realmente desesperada, pensé que 'el tren se iba'. Creo que es algo que tomé como una especie de suicidio estético, sin embargo seguí por ese camino y mirando atrás al final no me ha ido tan mal.


Sin embargo, luego en los años 80 la cosa cambia y es la pintura la que vuelve a resurgir y a moverse, no sólo en España, sino también en otros muchos lugares del mundo...

En mi opinión siempre todas las tendencias conviven, sólo que algunas veces unas se esconden mientras que otras aparecen. En el fondo siempre están vivas. Efectivamente en los 80 vuelve la pintura, además se pinta de una forma figurativa, con mucha materia, pero los Esquizos ya practicábamos esto desde principios de los 70.


Se dice que su pintura se inspira en el Informalismo de Fautrier o Dubuffet y en los surrealistas y el psicoanálisis, pero ¿hasta qué punto y en qué motivos recurre a ellos o trata de superarlos?

En todo este mundo de surrealismo e informalismo, en mi opinión se encuentra un elemento básico que es el inconsciente. El psicoanálisis teorizó sobre esta especie de reserva anímica dentro del hombre en la que éste no tiene consciente. Sin embargo se encuentra ahí, funcionando de una forma muy activa y que puede ser incluso contraria a lo que la persona desea o sabe. Evidentemente, mi trabajo se sitúa en esta línea. Mi experiencia en el informalismo, esencialmente muy libre, presentaba un problema y es que este era incontrolable. Se basaba en el azar puro y se vivía muy mal con este tipo de arte, uno dependía de encontrar el buen momento para trabajar. Deseaba controlar de alguna manera eso. Creo que mi obra se basa en ese control de lo inconsciente, pero no en destruirlo. Mi idea es que el inconsciente siga vivo, que brote para después darle un organismo o un cuerpo en el que se desarrolle, creo que esa es la base de mi obra.


¿Es verdad que los mejores dibujos que realiza son los que hace cuando está al teléfono?

Esa es una broma que planteé hace algún tiempo y que tiene sentido. Cuando estás hablando por teléfono estás controlando la conversación. En ese momento salen unos dibujos muy curiosos. Como cuando hay una reunión de gente seria, y algunos se aburren y empiezan a dibujar. Ahí es cuando se nota que todo el mundo tiene posibilidades de pintar, pero antes la persona tiene que desconectar de su yo consciente.


En 2007, coincidiendo con su Premio Velázquez, tuvo lugar su antológica 'Iceberg Tropical' en el Museo Reina Sofía. Recuerdo al verla que era paradigma perfecto del desarrollo de su trabajo: una especie de doble o cuádruple personalidad constante. ¿Es así?

Siempre he intentado mantenerme vivo, no estar al servicio de mi estilo, y que este último se convierta en un dictador. Si es así, ese tirano puede llegar a quitarte la vitalidad. Trato de mantener esa línea con la base inconsciente, agarrándome a la parte más viva del individuo. Esta forma de trabajar genera capricho y alternancia, y a eso es a lo que estoy siempre atendiendo, a la necesidad, al capricho, a lo que más me divierte, lo que en cada momento me atrae para mantener lo más viva posible mi obra.

Ahora se inaugura su última exposición junto con la de R. B. Kitaj (1932-2007) en la galería Marlborough de Madrid. ¿Qué cree que les une a ambos en cuanto a su trabajo?

La obra de Kitaj me interesa mucho. Me interesaba mucho de joven y estoy muy contento de presentar mi obra junto a la de él. En el momento en que mi trabajo pasó al grupo de Los Esquizos, allí aparecieron una serie de nombres, artistas nuevos para España que hacían pintura y que hacían figuración. Es el caso de Alex Katz, que entonces lo descubrimos y que creo que era mejor que ahora. También estaba David Hockney cuya obra no me interesaba tanto, pero a los otros sí les atraía más. Y estaba Kitaj, quien también nos interesó mucho, sobre todo la primera época, anterior a los años 80. Esta era muy geométrica, figurativa y enormemente controlada, además de muy política. La mayoría de lo que se presenta en la Marlborough es de la segunda época, con algunas obras realmente soberbias.