jueves, 19 de septiembre de 2013

Català-Roca o el antes y el después de la fotografía

Limpiando zapatos.


El Círculo de Bellas Artes de Madrid acaba de inaugurar este miércoles una muestra dedicada al ‘padre’ de la Nueva Vanguardia fotográfica, el catalán Francesc Català-Roca (1928-1994). La institución madrileña rinde así tributo a este fotógrafo por medio de 150 de sus obras más representativas. Imágenes, la mayoría de los años 50, que nos muestran una España a caballo entre la miseria de la post-guerra y la modernidad introducida como fruto del turismo.

Siempre que se habla de fotografía moderna española, se cita como primera figura a Català-Roca. Su conocimiento del medio, así como su vasta cultura visual le venían de familia. El padre de este fotógrafo, Pere Català i Pic (1889-1971) fue autor de fotomontajes, renovador de la iconografía y la técnica publicitaria, además de seguidor de la Nueva Objetividad alemana. Català i Pic trabajó en las tareas del Comissariat de Propaganda de la Generalitat durante la Guerra Civil, y su hijo le ayudó en muchos trabajos desde los 13.

Después de adquirir un vasto conocimiento fotográfico, en 1948, Català-Roca decidió independizarse abriendo su propio laboratorio. Eran años duros. El país, eminentemente rural, sufría los estragos de la miseria y de la pobreza como consecuencia de la autarquía económica y política que, desde el final de la guerra, mantenía aislada a España. Sin contacto con el exterior y bajo la sombría dictadura de la censura, la fotografía fue uno de los pocos medios artísticos que pudo gozar de cierto asociacionismo civil.

En la década de los 50, gracias a una leve etapa de aperturismo del régimen franquista (con acuerdos con los Estados Unidos e ingreso en la ONU incluidos), permitió que se gozara de un mayor bienestar, y que la fotografía empezara a ser cada vez más accesible. Los amantes de este medio aparecieron poco a poco en distintos puntos de la geografía española, fundamentalmente en Madrid, Barcelona y Almería. El intercambio de inquietudes y de formas de trabajar fue haciendo que poco a poco estos fotógrafos se fueran uniendo en torno a foto-clubs. La práctica del medio y este llamado asociacionismo se convirtió pocos años más tarde en la Escuela de Barcelona, colectivo que tuvo como figura iniciadora a Català-Roca.

En la muestra del Círculo de Bellas Artes podemos apreciar a través de varias imágenes el contraste que se dio en las ciudades (paisaje que caracteriza la fotografía de Català-Roca) desde el arranque de los años 50, hasta finales de la década. La fotografía captada en 1954 en la Gran Vía de Barcelona que lleva por título ‘Limpiando zapatos’ nos muestra una ciudad en la que la densidad de población aún es escasa. Al contrario, otra instantánea, ‘Entre curas. El piropo’, hecha en Sevilla en 1959, es testimonio ya de un éxodo rural hacia las ciudades, visible a través de la arquitectura moderna, la mayor cantidad de población y una sociedad de consumo inminente.

Entre curas. El piropo.


Una de las imágenes más famosas de Català-Roca, presente en la muestra, es ‘Inocencia’ de 1953. Ésta refleja desde una perspectiva muy vanguardista (al estilo de Cartier-Bresson, William Klein o Brassai) a un militar montado a caballo en mitad de Barcelona, con varios carteles publicitarios de venta de productos al fondo. La imagen, tomada como fruto de la espera que caracterizaba a Català-Roca a la hora de trabajar (el fotográfo aguardaba muchas horas hasta encontrar el momento preciso para disparar), nos habla de un momento en el que lo antiguo y lo moderno conviven en un mismo contexto. Estas fotos ‘dicen sin decir’, expresan la realidad sin contravenir al Régimen, lo cual explica a veces la ambigüedad de las representaciones.

Esa tensión entre la fotografía crítica y la fotografía oficialista de la que hablamos, fue algo que mantuvo en constante contradicción al fotógrafo catalán. Por un lado el artista trabajó haciendo encargos destinados a guías de promoción turística en los 50, al tiempo que retrató la miseria y la injusticia social en obras como ‘El progreso. Gitanilla’ (1950). La obra muestra a una niña gitana descalza, de mirada triste, en mitad de un descampado con un paisaje industrial como fondo. La imagen captada en Montjuic (Barcelona) también puede verse en la exposición. 

Inocencia.

Estas dos Españas que presentamos coexistieron en el imaginario de Català-Roca. Esa conciencia visual de la que disfrutó el fotógrafo venían como consecuencia del aperturismo iniciado en los 50 (a través concretamente de la fotografía del ‘Realismo poético francés’ y del cine neorrealista italiano).

La ‘Escuela de Barcelona’, que agrupó en un mismo contexto a Ramón Masats, Xavier Miserachs, Oriol Maspons, Joan Colom, Francisco Ontañón o Català-Roca, fue posible también, conviene recordarlo, gracias a la figura de Josep Maria Casademont. Fotógrafo, profesor y editor de fotografía, a través de su espacio de la sala Aixelà de Barcelona permitió que estos artistas se dieran a conocer a través de la organización de exposiciones. Esta muestra del Círculo de Bellas Artes también es un homenaje para todos ellos.





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