Elly
Strik. Fantasmas, novios y otros compañeros. Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía. Madrid. Hasta el 26 de mayo.
Elly
Strik aterriza en el Museo Reina Sofía para presentar su colección
de terribles pesadillas, confeccionada fundamentalmente a partir de
retratos en su mayoría femeninos. 'Fantasmas, novias y otros
compañeros', que es como se titula la exposición, se asemeja así a
un gran carnet de identidad de la creadora, en la que se han
multiplicado los rostros de su personalidad. Strik parece estar
buscando aquí su propio yo, a través de una catársis de rostros
transformados.
Las
imágenes de la exposición evocan a veces algunas obras del
colectivo feminista 'Guerrilla Girls', como por ejemplo aquella en la
que las artistas ponían en evidencia que no era necesario estar
desnuda para formar parte de museos como el MET. Estas imágenes
recuerdan a algunos retratos de cuerpo entero de Strik, en los que
aparecen mujeres desnudas, cuyas cabezas han sido sustituidas por las
de un simio. Con esto, Guerrilla Girls denunciaban el tratamiento de
la mujer en la historia del arte por parte de los hombres, como
simples objetos de contemplación y deleite.
Lo
femenino es una tónica común en esta exposición. Lo curioso es que
este concepto se presente de una manera destacada a través del pelo.
La mayoría de los retratos de la artista tienen como característica
común la exhibición de una cabellera, eso si, un pelo alborotado,
caótico, que parece a veces vehículo del deseo (el pelo femenino
para Freud simbolizaba el soporte de las pasiones inconscientes en el
hombre). A veces este pelo es también huella de un cierto arcaísmo,
de una idea de lo primitivo. Las figuras de Strik nos hablan de una
arqueología de la forma, de la búsqueda de un origen de la creación
que como Georges Bataille afirmaba se hallaba no tanto en la idea de
la representación, sino en la destrucción de la misma, en lo
informe.
Bill
Viola [en diálogo]. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Madrid. Hasta el 30 de marzo.
La
Real Academia de Bellas Artes de Madrid nos enseña durante estos
días que el arte moderno y sus nuevos formatos, no están reñidos
con las obras del pasado. 'Bill Viola [en diálogo]' expone junto a
obras de la colección permanente de la institución pertenecientes a
Goya, Zurbarán o Ribera, las videocreaciones del artista
norteamericano Bill Viola. De hecho, si lo pensamos, no es tan
descabellado decir que se muestran a los clásicos junto a otro
clásico, y es que Viola es una figura bastante consagrada ya dentro
del videoarte.
El
tema es interesante, pues presentar al lado del medio tradicional y
estático de la pintura personas en movimiento, hace que pensemos en
los orígenes del cine. Los hermanos Lumiere, sin ir más lejos, ya
hicieron lo propio pocos años después de ingeniar el cinematógrafo.
Películas como los 'Jugadores de Cartas' fueron ideadas por estos,
tomando como referencia la famosa serie de pinturas de Cezanne. Los
Lumiere estaban barajando así todas las posibilidades que tenía el
nuevo medio. La más destacable de estas posibilidades, en la que se
basaba la esencia del cine, era la de dar movimiento a lo que antes
había sido estático y contenido, insuflar de vida a las formas
representadas en la pintura o escritas en la literatura.
En
ésto fue en lo que se fijó Bill Viola tras la muerte de su madre. A
partir de ese momento puso toda su atención en estudiar a los
maestros del pasado, haciendo uso de medios del futuro, con los que
ya llevaba tiempo trabajando. Con sus videocreaciones, Viola desea
que el instante dramático representado en una pintura, como en una
Piedad o en una Dolorosa, se transforme a través de un vídeo
ultraralentizado, en algo eterno, imperecedero. El artista desea que
concentremos nuestra mirada en los gestos y las acciones de los que
aparecen en sus obras. Para ello elimina todo lo que pueda despistar
al espectador como fondos o decorados, y deja que el ser humano y sus
distintos 'estados del alma' se transformen en lo único importante.
Las emociones, eso tan inherente a la persona, se erige por tanto en
un tema nunca caduco.
'Bill
Viola [en diálogo]' coincide
con la representación en el Teatro Real de la ópera Tristan und
Isolda bajo dirección musical de Marc Piollet, dirección de escena
de Peter Sellars e instalación de vídeo de Bill Viola.
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